viernes, 6 de marzo de 2009

MODUS OPERANDIS


Cuando el teniente Lozano llegó al apartamento de la calle Línea donde yacía el cadáver de Cisita, pudo comprobar que las manos de la anciana estaban atadas de una forma muy peculiar, era un nudo muy especial, que sólo un marino experto podría hacer. Pero lo importante no era el nudo, sino que Lozano recordó los varios casos archivados en los burós del DTI donde las víctimas habían aparecido atadas con los mismos nudos. Lozano se dijo para sí... El mismo modo operandis .........El mismo criminal ....tiene que haber dejado un rastro......y buscó y buscó en el apartamento de Cisita y nada encontró. Ninguna evidencia.

Cuando llegó a su oficina, comenzó a revisar los viejos expedientes. Un marino muerto aparecido en la carretera de Campo Florido con las manos atadas y un nudo similar, una mujer aparecida en el acantilado de Santa Cruz del Norte en la Vía Blanca con las manos atadas con el mismo nudo, un hombre muerto jamás identificado y putrefacto en Arcos de Canasí con las manos y piernas atadas con el mismo nudo, aparentemente comido de tiburones y arrastrado por la corriente desde algún punto muy probablemente Boca de Jaruco, dos camioneros repartidores de café que sobevivieron a un asalto, ambos atados con el mismo nudo.aunque el delincuente que los ató tenía el rostro cubierto, pero se podía identificar como un mulato alto y delgado, en un momento alguno de los asaltantes le grito, vámonos Bart.... y el nombre quedó truncado.

Lozano comenzó a escribir, en una libreta: Bartazar, Bartolomé, Gaston, Gaspar y envió una nota al departamento de identificación DNI; Buscar a un mulato, alto con alguno de estos nombres.

Tres dias después recibió confirmación: Bartolomé Pérez, alias Bartolo, ocupación desconocida, 1.90 metros mestizo, última dirección conocida Calle C #...Lawton.....Sentencias menores por alteración del orden, público y robo de auto......

Inmediatamente Lozano puso a trabajar a los Comités de Defensa de la Revolución....a los cuatro días tenía localizado a Bartolomé. Estaba viviendo en la calle Salud en Centro Habana. Ahora se trataba de poder interrogarlo, pero un hombre con estas características no era fácil de partir como se dice en el argot policíaco. Así pues se le tendió una trampa y una mañana en que Bartolo estaba tomando café en la esquina de Infanta y Carlos III un agente encubierto provocó una discusión con el sospechoso, hubo golpes y al final Bartolo fue detenido y conducido a la unidad de Infanta y Amenidad. Le levantaron un acta y por la noche dormía en un calabozo del DTI con cargos de alteración del orden publico, conducta antisocial, estado pre-delictivo y por vagancia.

Mientras esto sucedía Lozano había visitado a un ex compañero de prisión de Bartolo, a Guillermo, un viejo conocido que cumplía 20 años por un experimento de instrucción realizado por Lozano y donde probó su culpabilidad.

Lo único que pudo sacar de esa visita fue que Bartolo estaba advertido contra el oficial Lozano, que era un tipo duro y que tenía un hijo al cual adoraba.

La estancia de Bartolo en una celda el DTI fue tranquila, sobre todo que encontró un padrino, un policía loco, un oficial que lo habían destinado a limpiar el piso, y atender a los presos. Este oficial le suministraba cigarros a los detenidos que por cierto no pasaban de seis, les llevaba doble ración de comida y en cierta ocasión se fajó con el oficial Santa Cruz porque este último trató de golpear a un preso porque se sintió ofendido cuando el detenido trató de sobornarlo. Bartolo se identificó con el loco, por su parte un día el oficial le pidió a uno de los presos que lo ayudara a empaquetar una caja de libros que tenía que enviar para otra unidad, la tarea fue compleja y Bartolo habilmente ató la caja. Cierta tarde el oficial loco abrió la celda de Bartolo y lo llevó para la calle. Lo llevo al cine y del cine lo invitó a tomar un helado. Bartolo asombrado pudo haber escapado... pero lo detuvo ciertas palabras del oficial que le dijo:

-si no te escapas el domingo te llevo a ver a tu hijo.-

Y así fue, el domingo el loco se llevó a Bartolo a casa de hijo, el niño de cuatro años tenía un labio leporino. La madre protestó al ver a Bartolo, le dijo delincuente y otras ofensas.

Bartolo discutió con ella por no haberse ocupado de operarlo.

El policía se comprometió en resolver el problema.

Regresaron al DTI, por el camino Bartolo le contó parte de su vida al oficial, entre otras cosas le contó como de niño fue violado por su padrastro que era pescador en Boca de Jaruco y como en venganza lo amarró y lo arrojó al mar, lo había amarrado con el propio nudo que una vez le había enseñado y lo lanzó vivo al mar...

Esa noche Bartolo fue despertado en su celda y trasladado al cuarto de interrogatorio. Al entrar se encontró que la habitación, estaba llena de fotos, los muertos de Bartolo, todos amarrados, sobre la mesa la caja de libros que el había empacado para el oficial loco. Por primera vez en su vida Bartolo tembló...de pronto entro el oficial loco, su amigo... Bartolo al verlo solo pronunció estas palabras:

-Tu eres Lozano- Ya Gullermito me lo había dicho en la celda....me jodiste cabrón-

No hubo mucho que preguntar... Bartolo habló, lo contó todo, pocos dias después fue procesado y condenado a muerte por fusilamiento.


Esta historia me la contó Lozano mientras almorzábamos en una cafetería del hotel Habana Libre, la entrada al lugar era por cola o por amistad. En este caso Lozano era amigo del capitán. El almuerzo no era muy bueno, arroz amarillo, merluza y boniato hervido, pero al menos no hicimos cola. Yo almorzaba opiparamente, mientras Lozano no probó bocado, miró su reloj, y dijo:

-Siempre es doloroso enviar a un hombre al paredón, ..sabes ya al hijo de Bartolo lo operaron, quedó muy bien...

Volvió a mirar su reloj

-A esta hora el pelotón debe estar fusilando a Bartolo.....-

Y vi como una lágrima rodó por la mejilla de un verdadero hombre duro....el Teniente lozano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusto este cuento
Antonio